Yo he vivido en una familia en la que las tareas estaban muy repartidas. Mi padre era el que trabajaba y mi madre se encargaba de la casa. Estaba así de asumido. Pero a los hijos se nos enseñó a realizar las tareas de casa y a echar una mano a nuestra madre.
Llegado el momento de formar nuestra familia, mi mujer y yo, decidimos por el tema de la corresponsabilidad, ya que este proyecto familiar es nuestro y no existen tareas ni de uno ni de otro. Es cierto que por nuestro trabajo, los dos somos profesores, nos puede resultar más fácil, pues la educación de los niños no es de uno o de otro, es de los dos y ninguno tiene más autoridad sobre nuestros hijos e hijas que el otro. Los dos tenemos claro hacia donde vamos. Todos tenemos tareas que hacer en la casa, independientemente del trabajo o estudio que haya que realizar. Los hijos también participan de las tareas domésticas y ellos siempre han establecido sus turnos para limpiar y recoger cocina, daba igual que fuera el chico o las chicas.
Yo por ejemplo soy el que realiza la comida todos los días en casa. Con el tema de los estudios de nuestros hijos mi mujer se dedicaba a la parte de ciencias y yo a las letras. Y así podríamos seguir hablando. Es cierto que cuando comento que yo soy el que hace la comida, muchas compañeras me comentan que suerte tiene mi mujer y yo siempre le digo que por qué. Es algo que no puedo entender.
Pienso que la tarea de tener una familia y que funcione, es una responsabilidad de todos los miembros que la componen y no existen tareas de uno u otro sexo.
Imagen obtenido en apuntes de derecho |
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